Me quedo con tu sonrisa, con el pálpito de tu aceptación y la fatua ilusión de poder tenerte. Con las palabras entrelazadas y mi apuesta por distraerte. Con el deseo de acercarte y compartir algo más que el vino. Con la fugaz instantánea burlada por las velas y mi absurdo interés por apagarlas.
Asumo mi pragmatismo y por mucho que lo disfrace, molesta, incomoda y frustra. No eres factible, ni soy tu elemento y noto tus desvíos sobre mis trazos, me siento torpe y arrugado, lejos de tus pesquisas y sin acierto alguno.
Cambias el rumbo de mis sentencias y vistes tus industrias de frivolidad sin raíces, con diplomacia, con distancia, con cautela.
Te desearía si no fuera porque no debo, porque soy viejo, porque ya he visto la piel del chacal y sólo su almizcle ya me ahuyenta. Quisiera quererte pero el salitre de la Galerna me ha enseñado a arriar las velas y buscar la calma tras el espigón.
No pierdas el sueño, no seré una molestia.
Escuchando: El Jinete
Autor: Bunbury
No te he llamado y sabes bien que no te extraño. No eres bienvenido, no siento nostalgia de ti y no parece importarte. Impones tu presencia y me nublas el juicio. Me atormentas y desequilibras ¿Qué quieres de mí?
Escuchando: La chispa adecuada
Autor: Héroes del Silencio
Un efímero abrazo y el deseo de prolongarlo sin saber hasta cuándo, sin normas, sin temores, sin complicaciones.
Regreso a casa y mi desdicha me acompaña, en silencio pero a mi lado, como una sombra que se vierte a mi paso y revive mis lacras, aquellas que olvidé en el cajón de los descuidos, dónde nunca debí mirar y sin embargo, vuelvo abrir para curiosear.
Absurda coincidencia que ambos hemos confabulado, sin intenciones y sin premisas, pero clara, concisa, determinante. Y ahora, la incertidumbre me devora y desoigo a mi conciencia, precavida, sabia, madura a fuerza de desatinos.
¿Querrás tú rectificar las líneas de mis manos?
Escuchando: Flor de loto
Autor: Héroes del Silencio
Y de nuevo el vértigo, el desconcierto de mi malogrado presente y neutro futuro. El sinsabor de mi reflejo no me augura tiempos mejores y el agravio de mi dibujo personal no parece ser alentador. No en vano, la edad es un grado pero nunca se ha concretado sobre qué.
Las ilusiones de juventud se esfumaron y sin apenas medirlo, dejaba a un lado mi ego para rubricar un presente absurdo, un estándar aceptado y casi sin esencia.
Si cualquier tiempo pasado fue mejor, a mi debacle interior se suma el perdido, el no aprovechado, el que se diluyó sin dejar huella. El que fue tan efímero que sólo recuerdo de un modo vago y sin un sabor definido. Porque sólo existe ese, el pasado, el que no volverá el que echo de menos porque estaba lleno de ilusiones, ideas e inquietudes.
Ahora sólo me queda mirar al vacío, a lo incierto que me provoca una incoherente nostalgia porque aún no ha llegado y ya lo echo de menos. Y de nuevo, el vértigo.
Escuchando: Space Oddity
Autor: David Bowie
